Un laboratorio estelar en la constelación de Sagitario

The small smattering of bright blue stars upper left of centre in this huge 615 megapixel ESO image is the perfect cosmic laboratory in which to study the life and death of stars. Known as Messier 18 this open star cluster contains stars that formed together from the same massive cloud of gas and dust. This image was captured by the OmegaCAM camera attached to the VLT Survey Telescope (VST) located at ESO’s Paranal Observatory in Chile.

El puñado de estrellas azules brillantes que se pueden ver en la parte superior izquierda de esta imagen, es un laboratorio cósmico perfecto para estudiar la vida y la muerte de las estrellas. Conocido como Messier 18, este cúmulo de estrellas contiene astros que se formaron juntos a partir de la misma nube masiva de gas y polvo. Esta imagen, que también cuenta con nubes rojas brillantes de hidrógeno y filamentos oscuros de polvo, fue captada por el telescopio de rastreo VST (VLT Survey Telescope), situado en el Observatorio Paranal de ESO, en Chile.

Messier 18 fue descubierto y catalogado en 1764 por Charles Messier durante su búsqueda de objetos parecidos a cometas.  Se encuentra dentro de la Vía Láctea, aproximadamente a 4.600 años luz, en la constelación de Sagitario, y está formado por una gran número de estrellas hermanas unidas en lo que se conoce como un cúmulo abierto.

Se conocen más de 1.000 cúmulos abiertos dentro de la Vía Láctea con una amplia gama de propiedades, como tamaño y edad, que proporcionan a los astrónomos pistas sobre cómo se forman, evolucionan y mueren las estrellas. El principal atractivo de estos cúmulos es que todas sus estrellas nacen juntas a partir del mismo material.

En Messier 18, los colores azul y blanco de la población estelar indican que las estrellas del cúmulo son muy jóvenes, probablemente tienen solamente alrededor 30 millones años de edad. Ser hermanas significa que las estrellas solo serán diferentes en cuanto a su masa, y no en cuanto a la distancia que las separa de la Tierra o en lo referente a la composición del material del que se formaron. Esto hace que los cúmulos sean muy útiles a la hora de mejorar las teorías de formación y evolución estelar.

Actualmente, los astrónomos saben que la mayoría de las estrellas se forman en grupos, forjadas a partir de la misma nube de gas que colapsó sobre sí misma debido a la fuerza de atracción de la gravedad. La nube de polvo y gas remanente — o nube molecular — que envuelve a las nuevas estrellas a menudo es empujada por sus fuertes vientos estelares, debilitando la fuerza gravitatoria que las enlaza. Con el tiempo, las hermanas estelares (como las mostradas en la imagen), unidas por lazos débiles, acaban a menudo separándose y tomando caminos diferentes a medida que interaccionan con otras estrellas vecinas o con nubes masivas de gas. Es muy probable que nuestra propia estrella, el Sol, formara parte alguna vez de un cúmulo muy parecido a Messier 18 hasta que sus compañeras se distribuyeron poco a poco por la Vía Láctea.

Los trazos oscuros que serpentean a través de esta imagen son filamentos de polvo cósmico que bloquean la luz de las estrellas distantes. Las contrastantes y tenues nubes rojizas están compuestas de gas de hidrógeno ionizado. El gas brilla porque las estrellas jóvenes, muy calientes, emiten una intensa luz ultravioleta que arranca los electrones del gas circundante y hace que se emita el débil resplandor que vemos en esta imagen. Si se dan las condiciones necesarias, en algún momento este material podría colapsar sobre sí mismo y proporcionar a la Vía Láctea de otra generación de estrellas — un proceso de formación estelar que puede continuar indefinidamente.

Fuente: http://www.eso.org/public/

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